If I was the president / I'd pay my mama's rent / Free my homies and them / Bulletproof my Chevy doors / Lay in the White House and get high, Lord / Whoever thought? / Master, take the chains off me!
-“Institutionalized”, Kendrick Lamar
A grandes rasgos, dentro de la categoría de “uso medicinal” que empujan activistas para legalizar el cannabis hay dos consumidores: quienes sí le dan uso medicinal y quienes lo ven como un paso hacia la legalización de la marihuana como uso recreativo.
En Estados Unidos la ley federal prohíbe el consumo y la posesión de marihuana; sin embargo, ciertos estados han despenalizado su uso medicinal y recreativo. Esto con una serie de asteriscos, como no fumar en lugares públicos, o cerca de escuelas, etcétera. Pero esta marometa de legalizaciones, despenalizaciones y demás no dejan de ser avances hacia la libertad “completa” del consumo de cannabis.
Joe Biden dio uno de esos pasos ayer al anunciar un programa de indultos para quienes tienen cargos penales por uso y posesión de marihuana. Anunció lo ridículo que es juntar la marihuana con drogas más fuertes como la heroína y el fentanilo.
¿Por qué es importante remover los cargos penales? La razón inmediata va para quienes se encuentran en la cárcel, pero, como mencionó Biden: “Los antecedentes penales por posesión de marihuana también han impuesto barreras innecesarias al empleo, la vivienda y las oportunidades educativas. Y aunque las personas blancas, negras y morenas consumen marihuana a tasas similares, las personas negras y morenas han sido arrestadas, procesadas y condenadas a tasas desproporcionadas”.
La legalización del cannabis va más allá de la habilidad de fumar para pasar un buen rato o para calmar el dolor, porque el uso de sustancias es un tema sociocultural y sociopolítico. La legalización del cannabis tiene efectos positivos en la sociedad de maneras que normalmente no imaginamos.
Lo de ayer fue un paso pequeño para el erizo, pero uno gigante para la sociedad.