Se nos dijo las diferencias entre Indica y Sativa: una te da para arriba, la otra para abajo. Y para no olvidarlo, se nos enseñó el ejercicio mnemotécnico: INDICA = IN-DA-COUCH. ¿Y todo para qué? ¿Tooodo para qué?
Vaya, una cosa es el mito de que con un toque te quedas en el viaje, o que de la mota se pasa, indiscutiblemente, hacia drogas pesadas como la cocaína, o el crack. Pero, ¿que hayamos sido engañados sobre el tryp entre Índica y Sativa?
Primero, lo primero: la diferencia entre ambas es biológica y no está relacionada a los efectos que producen. La subespecie índica es más chaparra, con tallos más anchos y hojas de un color verde más oscuro. Estos rasgos físicos le permiten vivir en climas más fríos, ya que absorben más luz de sol y calor.
Por el otro lado, la subespecie sativa es más alta y delgada, con hojas de un color verde más brillante. Las sativas disfrutan de una temporada más larga, por lo que florecen mucho más que sus hermanas (Checa esta útil guía para diferenciar Sativa de Indica y Ruderalis)
Esto nos conduce a que, para saber cuál da para arriba y cuál para abajo, hay que basarnos en su composición de cannabinoides y el perfil de terpenos. ¿Qué tanto THC y CBD contiene la planta? Y en cuanto a los terpenos, la combinación ocasiona un efecto de séquito, es decir, qué producen en conjunto (aprende aquí todo sobre el efecto séquito o entourage).
La investigación científica sobre el cannabis aún es carente. La preponderancia de cepas híbridas complica aún más la trazabilidad del linaje de la planta, aunque logra efectos más precisos y, por ende, tryps más sofisticados.
Además, tratándose de substancias y procesos como el los Deltas y HHC, la cepa es irrelevante, pues los compuestos son escogidos a mano.
Hasta aquí mi reporte, Joquín, seguiremos buscando mentiras no tan piadosas. Cambio y fuera.
¿Qué dato te late que es un mito?