Me atrevo a equivocarme bajo el siguiente aforismo: lo único intrínsecamente positivo que trajeron los españoles en la Conquista fue el cannabis. Me gustan los caballos, la barbacoa y la paella; todo bien con eso, pero no es necesario para mi felicidad. En cambio, la weed…
Ahora, iba a llegar tarde o temprano. A lo sagrado no lo detiene la distancia, si no, pregúntenle a los misioneros en Alaska. Pero, bueno, la semilla nos llegó de las naos de Hernán Cortés, de esta forma muy agria y poco dulce. La planta fue introducida con el propósito de producir textiles de cáñamo, industria que floreció en América hasta el siglo XX hasta la llegada del prohibicionismo (te estoy viendo, Harry Anslinger, hdtpm). Pero los mesoamericanos eran open mind, a diferencia de la creencia popular hacia los europeos. Y si no me creen, les cuento otra cosita: el matrimonio no existía en los mexicas, ergo, no existían las ataduras hacia parejas no deseadas.
Los mesoamericanos ya contaban con una estrecha relación con hierbas y hongos psicoactivos, por lo que no tardaron en preguntar, “¿Y ésa a qué sabe?” Quemaron, rolaron, rieron, me atrevo a decir. Y de ahí la planta ascendió a estatus sagrado. Y si no fue así, debió serlo. Y, claro, los beneficios medicinales se adoptaron en la Nueva España. Ya en el mismo siglo XVI, siglo en que llegó Hernán Cortés, el cannabis se utilizaba para tratar la gonorrea, regular el ciclo menstrual y mitigar el dolor, tanto muscular, como el molar.
En un romance de Sor Juana titulado “Las inimitables plumas” podemos ver la presencia de la cultura herbolaria psicoactiva en la Nueva España:
¿Qué mágicas infusiones
de los Indios herbolarios
de mi Patria, entre mis letras
el hechizo derramaron?*
Ahora, no hay que cometer el error que una senadora hizo asegurando que Sor Juana fumaba marihuana; aquí lo que cabe rescatar es la presencia de hierbas psicoactivas en nuestra Historia.
Entonces, si regresamos al aforismo en nuestra introducción: el cannabis es lo único intrínsecamente positivo que trajeron los españoles, ¿por qué desaprendimos estos conocimientos? ¿Los olvidamos o nos hicieron olvidarlos? No hay que ser más europeos para abrirnos a la exploración, sino hay que ser más como nuestros ancestros indígenas.
La respuesta más certera se encuentra en la política: la industria del cáñamo amenazaba a la industria del algodón en Estados Unidos, por lo que, bajo el liderazgo de Harry Anslinger, comisionado del Buró Federal de Narcóticos, iniciaron en los medios y leyes la Guerra contra las Drogas que esparció su prohibición hacia México por cuestiones de importación y exportación. Pero eso ya tiene rato si pensamos en cómo avanza el tiempo en nuestro momento tecnológico. Como decía un amigo: “¿Mucho smartphone y pa qué?”
Así que, ya sabes, sé más open mind, sé más mesoamericano.
“Las inimitables plumas”, Sor Juana Inés de la Cruz, [http://ccat.sas.upenn.edu/romance/spanish/219/07colonial/sorjuanainimitablesplumas.html]